1. Evaluación y Diagnóstico Funcional
• Realizar evaluaciones iniciales y periódicas para identificar el estado físico, funcional y neurológico de los residentes.
• Determinar las capacidades motoras, la coordinación, el equilibrio, la marcha y el rango de movimiento.
• Identificar problemas específicos relacionados con lesiones neurológicas, traumatológicas, etc.
2. Planificación de Tratamiento
• Diseñar un plan de tratamiento personalizado según las necesidades de cada residente.
• Establecer objetivos a corto y largo plazo para mejorar la funcionalidad, la movilidad y la independencia del paciente.
• Seleccionar las técnicas y métodos más adecuados para la rehabilitación, como la terapia manual, ejercicios específicos o el uso de equipos de rehabilitación.
3. Rehabilitación
• Prevenir contracturas, atrofias musculares, úlceras por presión y otros problemas derivados de la inmovilidad.
• Implementar programas de movilización y ejercicios pasivos para aquellos residentes con movilidad muy reducida o postrados en cama.
• Supervisar y adaptar ayudas técnicas como andadores o sillas de ruedas para evitar caídas y facilitar la movilidad.
4. Trabajo Interdisciplinario
• Colaborar con médicos, terapeutas ocupacionales, logopedas, enfermeros y otros profesionales para ofrecer una atención integral.
• Participar en reuniones de equipo para revisar los progresos de los residentes y ajustar los planes de tratamiento según sea necesario.
5. Educación y Entrenamiento
• Educar a los residentes y sus familiares sobre la importancia del ejercicio y los cuidados posturales para prevenir complicaciones.
• Entrenar a los cuidadores sobre las mejores prácticas para movilizar a los residentes sin riesgo de lesiones.
6. Monitoreo y Seguimiento
• Evaluar periódicamente el progreso de los residentes y ajustar las terapias según sea necesario.
• Documentar todos los avances, retrocesos y modificaciones en los planes de tratamiento.